
"Hay dos cosas que me molestan de las playas: la gente que parece
apretujarse en lugar de buscar comodidad y la música a todo volumen de
los paradores, por eso desde que descubrí este lugar no lo cambio por
nada", relata Andrea, una turista neuquina que opta por la tranquilidad
de La Conchilla, el balneario del Puerto San Antonio Este, para
relajarse.
Junto a ella, su esposo Carlos mira el azul del mar y
se estira cuán largo es en la reposera, que descansa hundida entre las
miles de conchillas erosionadas por el tiempo que le dan nombre al
lugar. "Cuándo empezamos a venir a este balneario nuestros dos hijos
eran chiquitos, y ahora que son casi adolescentes igual nos acompañan.
Es que llegamos a un acuerdo, nos alojamos en Las Grutas, a 70 km de
esta paz, y luego de pasar el día tranquilos a la nochecita volvemos a
meternos en el ruido del otro balneario, para que ellos vivan su noche
de boliche" cuenta el hombre.
Como ellos, son muchos los que optan
por esa ecuación que parece conformar a todo el grupo familiar. La de
repartirse entre el bullicio que ofrece el verano de Las Grutas y la
calma de esta playa, abriendo salomónicamente cada jornada de vacaciones
en dos tajadas que ofrecen lo mejor de ambos mundos: el placer de estar
en calma al aire libre y la diversión de una ciudad llena de opciones
para recorrer.
Será por eso que este balneario, con sus playas ubicadas en el acceso a la villa portuaria, cada vez cuenta con más fanáticos.
"Antes
hacíamos eso, parábamos en Las Grutas y veníamos a hacer playa acá,
hasta que hace dos veranos averiguamos por alojamiento y ahora del
Puerto nadie nos mueve" cuenta Raúl, un cordobés de 60 años que
vacaciona junto a su esposa en la villa portuaria.
Es que a la
bella postal que devuelve la costa, con su blancura imposible formada
por conchillas que al ser movidas por el vaivén de las olas producen un
sonido cristalino, se suman los servicios y la infraestructura necesaria
para hacer fabulosa la estadía de cualquier viajero, sin necesidad de
abandonar el lugar.
Por caso, el parador que ya es una tradición
ofrece todo el confort para los que pasan su jornada de playa y un menú
basado en mariscos y pescados que pueden ser degustados en el marco de
ese paisaje único.
Ya adentrándose en la villa pesquera, la
creciente oferta de alojamientos y las propuestas gastrónomicas que
ofrece el puñado de locales que se distinguen por la calidad y frescura
de sus productos son dignos de conocer.
Rio Negro