Con el pintoresco trajín que en plena temporada le aporta la llegada
de los buques de bandera internacional, que vienen en busca de su carga
de fruta, las playas que se extienden a ambos lados del
muelle de la
firma concesionaria de esta villa portuaria despiertan el interés de
gran cantidad de turistas.
Es que en cada punto de la costa del
Puerto la fisonomía del lugar es distinta, y el típico lecho de
conchillas blancas que predomina en el balneario ubicado antes de
ingresar a la ciudad es reemplazado por arena al traspasar el sector de
Punta Villarino, o por diminutas piedras de colores terrosos en el
sector que se extiende hacia la izquierda del muelle, en el que por años
pudo verse la imponente figura del "Junella", un barco siniestrado que
fue desguazado tiempo atrás.
Sin embargo lo que poseen en común
estas playas es la tranquilidad que convive de manera perfecta con la
actividad portuaria , ya que basta alejarse un poco eligiendo el lugar
ideal para instalarse frente al mar para sentir que no existe ningún
factor que pueda interrumpir la comunión que se entabla con la
naturaleza.
Desde temprano, en parejas o grupos reducidos, los
visitantes comienzan sus caminatas por la costa custodiados por las
gráciles siluetas de los buques, que aguardando a lo lejos parecen
descansar de un derrotero que reiniciarán al recibir la fruta que
llevarán a destinos lejanos.
Los que deciden caminar hacia
Villarino se encontrarán con una colonia de lobos marinos que
asoleándose sin perturbarse parecen marcar el punto de acceso a otro
tipo de entorno, ya que andando un poco más, la costa comienza a cambiar
cubriéndose de arenas relucientes que intensifican los azules que se
funden en el agua.
En el sector opuesto las diminutas piedras
compiten hasta ganarle su espacio a la arena. Recientemente, además, una
empresa dedicada a ofrecer excursiones a bordo de un semirrígido
instaló allí su base de operaciones, haciendo posibles las recorridas
hacia los distintos puntos de la Bahía San Antonio.
A las
tranquilas tardes de playa se suma la oferta gastronómica que es
reducida pero importante en la villa, que posee una serie de pintorescos
restó que como platos fuertes ofrecen la amplia gama de pescados y
mariscos que tientan a todos los amantes de los sabores del mar.
Recorrer
ese circuito gastronómico es el broche de oro ideal para una jornada
compartida en familia, y constituye la mejor postal de la que pueden
adueñarse los turistas que optan por visitar sus estupendas playas.
Rio Negro