
Las maderas de la embarcación crujen levemente, con un sonido que
sería inaudible si el silencio no se hubiera instalado desde el instante
mismo en el que el capitán gritó ¡abajo!, indicando el momento justo
para soltar los aparejos.
Ahora, los 20 pescadores que los
arrojaron ansiosos miran expectantes esperando el pique. El GPS ubicado
en la cabina da cuenta de la existencia de muchos ejemplares, y
nuevamente no se equivoca, ya que de repente el ronroneo del agua es
eclipsado por otro... Continuar leyendo